Año 1985. Primavera alfonsinista. En el kiosco de revistas una grata novedad “Fierro Historietas para sobrevivientes”. Grandes ilustraciones, monstruos de la historieta, info de la buena y mucho talento de acá y de allá.
No tardé en convertirme en fan, espiando desde el bondi las nuevas tapas cada vez que un nuevo número ganaba la calle, juntando el austral con cuarenta y sentándome en alguna plaza a disfrutar a Pratt, Manara, Breccia, Fontanarrosa, el subtemento óxido, el tomi, Nine y muchos más.
Al mando de esa nave había un tipo con un apellido vasco -casi armenio- Juan Sasturain. Fueron años felices, mes a mes la revista aseguraba adrenalina. Historietas por capítulos, suplementos y de vez en cuando un número extra con montones de material y de yapa un poster que por lo general “buscaba pared”.
La híper la dejó golpeada y creo que fue para la época de la revolución productiva y el salariazo que dejó de salir.
Años después me topé con un título “Manual de perdedores” y yo que venía con un par de goleadas en contra me pregunté quién había escrito eso. Era Juan. Lo compré inmediatamente y lo leí casi de corrido. Salí a buscar más y me encontré con Zenitram, Los Sentidos del Agua y La mujer ducha, libros que he vuelto a leer varias veces.
No soy crítico literario ni nada parecido pero por el placer que me causaron no dudo en recomendarlos, si tienen la oportunidad, léanlo, se van a encontrar con historias fantásticas y muy bien contadas, tocando incluso temas como la violencia de los setenta sin perder el humor pero con cuidado y respeto, cosa muy rara de leer hasta hoy.
Por Emiliano Chrestia, colaborador de Mirada Periodística