martes, 29 de julio de 2008

Públicos, sociedades y medios



Por Emiliano Delio

Los medios necesitan ciertas competencias de sus audiencias. Los diarios y revistas necesitaron de un público alfabetizado, la radio se valió en un principio del saber acuñado en el sainte y el conventillo criollo para los radioteatros, así como también en los gramófonos donde se escuchaban discos de pasta y la televisión de gente que conociera los planos cinematográficos y voces grabadas. Los electrónicos, por su parte, han tenido su genealogía surgida en un principio de los lenguajes de computación devenidos en interfaces amigables a través de los sistemas operativos basados en ventanas (luego acaparados por el monopolio de Microsoft Windows).

Retrotrayéndonos, una sociedad alfabetizada fue la que permitió que se desarrollaran los primeros periódicos masivos. Dos fenómenos son los que permitieron que surgieran: surgimiento de grandes ciudades con gran concentración de la población e innovaciones tecnológicas del lado de las imprentas que permitieron producir y luego distribuir miles de ejemplares en pocas horas. Estas modificaciones en las formas de vida y producción fueron parte del proceso del surgimiento de los estados modernos en los que se buscó educar y también influir a las nuevas poblaciones urbanas.

El primer periódico masivo fue el Times de Londres (Reino Unido), que ya para 1814 poseía la primer prensa mecánica a presión cilíndrica que permitía tirar 1.800 ejemplares por hora. Tres décadas después, se inventan las rotativas, que permiten producir casi 100 mil ejemplares por hora. Pero más allá de estas innovaciones técnicas se necesitaba de un público que estuviera alfabetizado y además tuviera tiempo libre para leer y se concentrara en ciudades.

Estas condiciones si se dieron en la Argentina, ya que en 1884 se sancionó la ley de educación común que permitió descender los índices de analfabetismo (del 78% en 1869 a menos del 35% en 1914), se concentró gran cantidad de población en la ciudad de Buenos Aires y se consolidó un mercado interno con el surgimiento de clases medias. Por otro lado, se afianzó una cultura nacional a través del idioma castellano con la amalgama de la sociedad criolla (arraigada desde la conquista hasta el siglo XIX con la mezcla de españoles y sectores populares con influencias indígenas) con los inmigrantes provenientes de Europa (a partir de fines del siglo XIX hasta principios del XX).

Así en 1913 surgió el diario Crítica, que en 1930 llegó a vender 350 mil ejemplares y constituyó el diario de más tirada en lengua española (superando a cualquier ibérico también). De esta manera la Argentina constituía hasta la década de 1970 un polo de producción cultural y mediática que aventajaba al resto de los países de América Latina en cuanto al nivel de su población. Por ejemplo en 1976 la Argentina tenía cada mil habitantes 425 radios y se imprimían 170 ejemplares de diarios mientras que en el Brasil solo había 61 radios y se producían 40 ejemplares de diarios cada mil personas *1.

Sin embargo, la debacle Argentina, se profundizó a partir de esa época, con la dictadura y la destrucción del mercado interno, la crisis de la industria y la persecución ideológica que incluyó la quema de libros, el asesinato de periodistas, la tortura a opositores, etcétera. Por otro lado, políticas públicas erráticas en la segunda mitad del siglo XX crearon un horizonte de imprevisibilidad para las inversiones que desalentaron la consolidación de un modelo. Por ejemplo, el gobierno justicialista de 1945 a 1955 alentó la concentración de medios para de esa manera tenerlos bajo control y luego en la década del 1960 el mercado comenzó a extranjerizarse, para finalmente en el tercer gobierno justicialista nacionalizarse (no renovación de licencias de televisión y paso al estado), para luego en la dictadura iniciada en 1976 convertir a los medios de comunicación públicos y privados en voceros del poder. Con la vuelta de la democracia en 1983, el país estaba bastante desguasado económicamente (alta deuda externa, mercado interno reducido) y culturalmente (memoria social de la autocensura, líderes de opinión torturados, como el caso del periodista empresario Jacobo Timerman, etcétera).

Con la vuelta del justicialismo al poder, en su vertiente neoliberal, se incorpora el país a la economía mundial con los costos de la desocupación, la aparición de la marginalidad y los excluidos (la latinoamericanización de la sociedad argentina) y la profundización de la destrucción del aparato productivo nacional y las olas de privatizaciones que incluyeron los medios audiovisuales (canales de televisión) así como también las empresas de telecomunicaciones (empresas telefónicas que luego, con la convergencia entraron a operar en los contenidos).

Así llegamos a la actualidad, con niveles culturales de la Argentina equiparables al del resto de América Latina. Así, por ejemplo la cantidad de receptores de radio en Argentina, Brasil y México se han equiparado. Respectivamente, las cifras son de 68, 42 y 32 aparatos cada 100 habitantes; siendo apenas superiores las de Argentina (cuando en los 70 se podía multiplicar por 10)*2.

De esta manera empiezan a pesar más los tamaños de los mercados. Estos en América Latina son duales, ya que hay solo un porcentaje de la población que puede acceder a ciertos contenidos; mientras que otra población queda marginada (tenemos como ejemplo el diario Crónica de Argentina, con su caída de ventas con las sucesivas crisis).

Así en términos absolutos es hoy Brasil el país que tiene los mayores índices de consumos culturales. Su población está cerca de los 200 millones de habitantes y el producto bruto interno supera los 1.000 millones de dólares anuales. Aunque su sociedad siempre se caracterizó por estar fragmentada regionalmente (grandes ciudades en el sudeste) y culturalmente (pobreza y marginalidad histórica), existe una clase media reducida con respecto al total de la población pero numerosa en términos absolutos.

Por otro lado México es hoy el mercado de lengua española más poderoso de América Latina. Su población supera hoy los 100 millones de habitantes y el producto bruto interno es de más 840 mil millones de dólares por año. Por otro lado los índices de analfabetismo hoy han descendido a menos del 10%.

Entonces estos dos países son los mayores productores de la región de contenidos con las industrias culturales más dinámicas. Aunque en todos los países hay concentración de medios, solo algunos pueden acceder al mercado regional. Es el caso de los gigantes brasileros Abril (propietarias de revistas fuera de sus fronteras) y Globo, que exporta telenovelas como lo hace Televisa y TV Azteca; los gigantes mexicanos.


Mientras hoy en Argentina, el grupo Clarín es el que tiene los más altos niveles de facturación y fue salvado de ser extranjero por la capacidad de lobby frente a la clase política gobernante, operando en la devaluación de la moneda en 2002 (licuación de pasivos en moneda extranjera) y posteriormente con la ley de industrias culturales de 2003 (impidiendo que los titulares de estos sean extranjeros y se comprara por pocos dólares la empresa). Frente a este grupo tenemos un competidor multinacional (Telefónica) y el resto de las empresas que luchan por sobrevivir en un mercado que se expande lentamente.

*1 UNESCO. Standard Yearbook, 1975.
*2 UIT.

Medios, periodismo y nuevas tecnologías



Por Emiliano Delio

El periodismo ha recibido el impacto de las nuevas tecnologías en dos áreas: la reformulación de los medios periodísticos tradicionales (gráfica, radio y televisión) y la aparición de uno nuevo, la internet. Y por otro lado la utilización de los elementos técnicos y las nuevas competencias necesarias.

La reformulación de los medios y la revolución digital, además produjo una cantidad de información como nunca antes. La internet se ha vuelto un archivo de datos que supera a la más variada biblioteca e incluye temas “superfluos” (deportes, marcas, etcétera), que no se encontraban en los lugares tradicionales del saber (enciclopedias)

Las fronteras anteriores de cada medio de comunicación han empezado a desdibujarse. En los últimos años se ha acuñado el término Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Con esta sigla, TIC, se engloba al conjunto de medios tradicionales (la prensa, la radio, la televisión, el cine) y a la internet, que es una expresión como medio de las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías.

Las TIC aportan un flujo ininterrumpido de información a través de microondas, satélites, fibra óptica y los múltiples cableados que transmiten datos. Además las TIC cambian los procesos de producción y transmisión de los medios tradicionales.

Los diarios tienen una nueva redacción, atravesada por la electrónica. Desde el tipeo hasta la impresión del diario. La Radio y la Televisión usan programas informáticos para la edición y el tratamiento de imágenes y sonido, así como también en las producciones son cada vez más frecuentes las apariciones de objetos virtuales en las pantallas.

A esto hay que sumarle las especulaciones en torno al futuro de los medios de comunicación. Las expectativas giran en torno a una convergencia que engloba a las redes de distribución, de aparatos terminales receptores múltiples, de contenidos para los distintos medios, de servicios (como los servicios de pago de cable, internet o telecomunicaciones) y de usos; hacen cambiar las estrategias de los grupos., que se resumen en el término de convergencia. La convergencia sería de redes (distribución), terminales (aparatos receptores), servicios (como la televisión por cable, la telefonía, la internet), contenidos (la producción de noticias por ejemplo y la puesta en un diario de papel, sitio web, filmación del periodista, etcétera).

Solo el futuro dirá cuales son los medios actuales que mejor se lleven con las tecnologías y que medios surgirán. Lo que es seguro es que estos tomarán géneros y formas de producción de los anteriores.

Periodistas y Formación


Por Emiliano Delio

La formación del periodista hoy está atravesada por el ámbito académico. Las empresas periodísticas de todo el mundo exigen cada vez más a sus empleados una titulación terciaria o universitaria. Sin embargo, la primera escuela de periodismo se creó en 1904 en la Universidad de Columbia (Estados Unidos), mientras que el periodismo existe desde 1631 con la publicación de La Gazzette (Francia).

Pero no puede pensarse en la historia de la universidad y la educación en general como desvinculada de las transformaciones sociales y culturales. De hecho las primeras universidades funcionaron en el siglo XII, pero eran muy pocos los que podían acceder.

Con la explosión educativa del siglo XX, las universidades se masificaron a través de distintas políticas y prácticamente no quedó disciplina que no fuera tratada en la educación superior. El proceso que comenzó con el iluminismo y los enciclopedistas que buscaban registrar todo el conocimiento humano en sus hojas, se plasmó con una mayor democratización de la educación en el siglo pasado.

En América Latina la primera vinculación que surgió entre periodismo y academia fue en 1940 entre la Universidad Nacional de La Plata y la Asociación de Periodistas de esa ciudad. Los cursos fueron el puntapié inicial para la creación de la Escuela de Periodismo.

Esta dirección fue seguida en el resto del subcontinente: en 1947 en Brasil, la Facultad Cásper Líbero de San Pablo estableció el primer curso formal de grado en Periodismo.
El resto de los países que incorporo la enseñanza oficial fueron Cuba en 1942, México en 1943, Ecuador y Perú en 1945, Venezuela en 1947, Colombia en 1949, Guatemala en 1952, Chile y República Dominicana en 1953, El Salvador en 1954, Nicaragua en 1960, Panamá en 1961, Paraguay en 1965 y Bolivia y Costa Rica en 1968.

Los currículos de estas escuelas focalizaban en las normas y reglas del oficio a través de asignaturas técnico - profesionales, y se buscaba darle al alumno una cultura general con énfasis en las disciplinas humanistas.

Sin embargo, con el surgimiento de la radio y la televisión y el crecimiento en importancia de los medios en la sociedad, se empezaron a incorporar cuestiones que excedían las normas y reglas. La preocupación sobre los efectos de los medios en las audiencias tuvo cada vez más estudiosos. Además se fue vinculando lo comunicacional con las organizaciones, la información, la educación, la cultura, el arte, la publicidad, el entretenimiento, la política o la economía, entre otras.

Así las facultades se encuentran hoy diversificadas y con múltiples enfoques. Los contenidos de las carreras evolucionaron para poner más énfasis en una de las tres áreas citadas a continuación: el de las ciencias humanas con su contextualización sociocultural e histórica, el conocimiento práctico profesional y el comunicacional como ciencia autónoma.

De esta manera la enseñanza se fue alejando de impartir solo los conocimientos indispensables para desempeñarse en una sala de redacción tradicional. Hoy en Argentina, son más de 40 las universidades e institutos que dan formación en periodismo o comunicación social con orientación mediática. El número de alumnos es difícil de precisar, pero solo en la Universidad de Buenos Aires, son más de 10 mil.

Sin embargo, hoy las competencias merecen una actualización por las transformaciones que traen las nuevas tecnologías dentro de los ambientes de trabajo comunicacional. Estas competencias no anulan la necesidad de los anteriores, sino que los complementan.

El periodismo se realiza en un soporte que siempre estuvo mediado por la tecnología. Esta evoluciona con el tiempo y actualmente los medios están atravesados por la revolución informática y comunicacional. Saberes apegados a las normas y reglas del periodismo se tornan escasos en dichos contextos.