jueves, 7 de febrero de 2008

La presión de las empresas periodísticas

Por Andrea Lobos

En el prólogo de Operación Masacre, Rodolfo Walsh escribe:

"Esta es la historia que escribo en caliente y de un tirón, para que no me ganen de mano, pero que después se me va arrugando día a día en un bolsillo porque la paseo por todo Buenos Aires y nadie me la quiere publicar, y casi ni enterarse. Es que uno llega a creer en las novelas policiales que ha leído o ha escrito, y piensa que una historia así, con un muerto que habla, se le van a pelear en las redacciones, piensa que está corriendo una carrera contra el tiempo, que en cualquier momento un diario grande va a mandar una docena de reporteros y fotógrafos como en las películas. En cambio se encuentra con un multitudinario esquive de bulto".

En Operación Masacre se narra la otra historia de los fusilamientos de José León Suárez en 1956. Pero no es sobre estos hechos de lo que me interesa hablar. Me interesa detenerme en la observación que hace Walsh sobre los diarios.

Ningún “diario grande” quería publicar la historia del “fusilado que vive”, Walsh se siente decepcionado porque él creía que se iban a disputar la publicación de la nota, pero eso no pasa, por el contrario, “esquivan el bulto”.

Es decir, existía un conflicto de intereses entre las empresas y el periodista, el motivo de ese choque tenía que ver con la historia que se proponía publicar. Una historia que traería demasiados problemas con el poder.

Los periodistas trabajan con su intelecto, elaboran ideas que plasman en notas periodísticas que luego publican en los medios. Para los medios las noticias son el insumo necesario para que el negocio funcione. Más allá de la búsqueda de la verdad, de los ideales, lo cierto es que un diario, un canal de televisión, una radio, es una empresa que busca un rédito económico.

Estos intereses económicos no coinciden con los intereses de aquellos periodistas que creen , con cierto idealismo, que su trabajo es monitorear los actos gubernamentales o dar a conocer “la verdad”. Por lo tanto el periodista padece dos presiones: por un lado el sistema político y por otro la propia empresa para la cual trabaja.

El periodista que trabaja dentro de un medio, lo hace para una empresa que cuida sus intereses económicos, por lo tanto no puede escribir notas, o pretender que se le publiquen investigaciones, que contenga información que de alguna manera perjudique a esos intereses.

Por ejemplo en la película Good night and good luck, citada en el trabajo anterior, el conflicto no es sólo con el poder político, también hay enfrentamiento con la empresa periodística, en este caso con la CBS, una de las grandes cadenas de la televisión estadounidense. Los anunciantes amenazan con retirar la inversión publicitaria si el periodista persiste en las denuncias contra el macartismo. Ante está presión la CBS cede y cambia el lugar del programa dentro de la grilla, de un ocupar un espacio prime time, pasa a los domingos a la tarde. Esto que sucede en la ficción de un film pasa todo el tiempo en la realidad.

Con el paso de los años , los periodistas han aprendido a manejarse entre el sistema político y la empresa, es decir han desarrollado diferentes estrategias de negociación. Los nuevos periodistas saben que deben y tienen que resignar algunas cosas para entrar a trabajar en el sistema de medios, por ejemplo su independencia.

Independencia que muchas veces se ve afectada por las mismas rutinas periodísticas. Los periodistas tienen la obligación de salir a buscar la nota “ya”, de obtener testimonios rápidamente, no importa quién hable, ni lo qué diga, lo que importa es terminar de escribir la nota para llegar al cierre y ganarle al otro medio. Es así como muchas veces se da información que no está lo suficientemente revisada y se dan noticias que no responden a la “verdad”. En otras palabras no hay investigación y si la hay es muy poca. Este hecho resulta sumamente grave, ya que la falta de investigación hace que los periodistas prejuzguen y presenten los hechos desde una mirada hegemónica.

A veces me pregunto que pasaría con Rodolfo Walsh hoy, si tendría un lugar dentro de este periodismo de las nuevas tecnologías y globalizado. Tengo una respuesta pero no es demasiado optimista.

En el fragmento del prólogo citado se deja claro que la empresa periodística no quiere problemas con el sistema político y que no está dispuesta a resignar esa tranquilidad por la publicación de “otra verdad”.

En suma, el problema no es que un medio sea comercial, el problema es que lo comercial se anteponga a otros valores, que se convierta en aliado del sistema político. Entonces tendríamos medios complacientes, con noticias esperables, que no discuten nada. Y si hay algo que caracteriza a un medio periodístico, sobretodo al diario, es la posibilidad de presentarnos otras visiones, las que nos gustan y las que no nos gustan, para poder pensar y analizar, la realidad que nos rodea.

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