viernes, 16 de mayo de 2008

Diario de un periodista desempleado

Por Ana Manfrinatto

A nadie le gusta estar desempleado. A un periodista tampoco. Pero en esa profesión existe una ventaja: podés hacer trabajos free-lance mientras buscás otro empleo fijo. Además de no quedarte sin dinero no tenés que ponerte la camiseta de "perdedor". Claro, porque en una mesa de bar las cosas son amenizadas cuando decís “estoy haciendo free-lance” y no “estoy desempleado”. Es como que más aceptado socialmente.

Eso si estás en un grupo de periodistas, fotógrafos, publicistas… Porque si vas al casamiento de un amigo que trabaja en el banco muy probablemente la gente no va a entender los que hacés si decís “estoy haciendo free-lance”.

La familia muchas veces no comprende. Para las abuelas, por ejemplo, no es muy comprensible que nieto trabaje haciendo trabajo temporal. Ni tampoco para los padres de periodistas que tienen sus 20, 30 anos es comprensible que el hijo sea free-lance. Ni tampoco que trabaje en negro, como es la realidad masiva de la profesión (por lo menos en Brasil).
La verdad es que las abuelas y padres están en lo cierto cuando no comprenden el porque del pariente periodista que trabaja en una empresa de comunicación y tiene que proveerle una factura fiscal como persona jurídica. Sin derecho a vacaciones remuneradas, aguinaldo y demás beneficios. Quizás el escenario cambie cuando los compañeros de profesión comprendan que son obreros - de la información, pero trabajadores como cualquier otros - y se organicen y vayan por mejores condiciones.

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